Mi mejor recuerdo de la gran fiesta del rock en Barcelona

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Ya he dicho que la última celebración del festival Rock en 2015, al menos en lo que a mí respecta, ha sido todo un hito en la historia de la música rock en la ciudad de Barcelona. Eso es un hecho objetivo, pero además, yo tengo otro motivo de carácter subjetivo, uno que me hace recordar la celebración de ese evento con un  cariño especial, y eso que después de aquello mi vida cambió bastante; aunque quiero creer que para mejor.

Toda mi historia sucedió la memorable noche en que Lenny Kravitz vino a la ciudad condal; bueno, en realidad fue la misma noche en que también tocaron Vetusta Morla y Kings of Leon. Atisbé a los primeros entre saltos y gritos, y disfruté de los últimos entre una niebla de placer y también de turbación; así, me perdí al maestro, que era en realidad el motivo por el que había ido. Sin embargo, la vida da muchas vueltas y el destino puede ser caprichoso, ¿no os parece?

La cuestión es que, cuando supimos que aquella noche de julio iba a venir al festival el genial Kravitz, mis amigos y yo enloquecimos, y fuimos corriendo a hacernos con las entradas, que por cierto nos costaron una pasta en relación con la renta que teníamos por aquellos entonces, jeje.  Además, quise pegarme el pasote con mi novia, una guapa chica con la que llevaba varios meses y con la que parecía que todo iba viento en popa; así que allí estábamos aquella noche, nerviosos y deseosos de disfrutar de todas las horas de buena música que teníamos por delante.

Mientras disfrutábamos del primer grupo de la noche, los madrileños Vetusta Morla, se me ocurrió que sería buena idea ir por algo de beber antes de que empezara el plato fuerte de la noche, así que hice una ronda preguntando qué quería mi grupo y me encaminé hacia el improvisado bar. Pero antes fui al servicio, para que aquello me cogiera con la vejiga vacía, y mientras hacía cola (se ve que mucha gente tuvo la misma idea que yo), vi que una pareja parecía estar discutiendo, y que la cosa se estaba poniendo fea. No es que me las quiera dar de caballero ni nada de eso, pero se me ocurrió que bien podía acercarme a ver qué pasaba; pero de pronto se separaron y la cosa no fue a más.

Más tranquilo, pude entrar al servicio y por fin dirigirme a la barra para pedir las bebidas; como también había gente, me tocó hacer otra cola, y mientras esperaba vi que la chica de antes estaba recostada en una esquina, con la mirada perdida y la cara llena de lágrimas. No suelo ser muy romántico, por eso me sorprendí a mí mismo yendo hacia ella y preguntándole si estaba bien y si podía ayudarla. Ella me dijo que no me preocupara e intentó marcharse, y entonces yo escuché cómo en el escenario anunciaban la entrada de Kravitz. Mierda, me lo iba a perder.

Pero como de todas formas no tenía mucho que hacer porque llegar hasta mi grupo me iba a llevar un buen rato, y encima no tenía las bebidas, se me ocurrió que podía hacer algo por alegrar a aquella chica, y le sugerí que subiéramos a un andamio que algunos operarios debían haber dejado olvidados. Le expliqué que había ido allí precisamente para ver aquel concierto, y que no quería perdérmelo; y que estaba seguro de que ella también quería hacerlo. Casi la hice sonreír, pero al final aceptó, y allí nos montamos, como si fuera un gallinero, desde donde podíamos ver más o menos el escenario y escuchar el concierto más o menos bien.

No negaré que mi idea era haber estado en primera fila, pero mi espíritu caballeroso me tenía allí, junto a aquella desconocida que no era muy habladora. La curiosidad me hizo preguntarle por qué discutía con el chico de antes, y como me imaginé, me dijo que era su novio, que acababa de pillarlo metiéndole mano a su mejor amiga, y que cuando le había reclamado, le había dicho que la culpa era de ella por estrecha,  y que siempre tenía que andar buscando por ahí lo que ella no le daba. No imaginaba que hubiera tíos tan estrechos de miras a estas alturas, y la verdad es que me cabreé un poco yo también; joder, si te vas a dedicar a ponerle los cuernos a tu novia, por lo menos deberías reconocer tus errores si te pillaban, y no echarle la culpa a ella.

Y mientras pensaba esto, se me ocurrió una idea diabólica y bastante morbosa; en otras circunstancias podría haberle echado la culpa al alcohol, pero es que no había bebido nada, jeje. Sin acordarme de que yo mismo había ido acompañado, le pregunté a aquella guapa chica si no le gustaría pagarle con la misma moneda, y dejarle bien claro que si no estaba con él lo suficiente, quizá fuera que no se lo mereciera, y no que ella fuera una estrecha. Ella se quedó sin habla, pero antes de que pudiera decir nada, yo me lancé directo y la besé, y antes de darnos cuenta nos lo estábamos montando encaramados en aquel escenario improvisado.

Después nos separamos, casi acabando ya la actuación de Kravitz, y justo al terminar fue que conseguí volver con mis amigos y mi novia. Me sentía como en una nube, pensando que estas cosas tan cachondas sólo pasaban en los videos eróticos o porno que veía en páginas como puritanas.com, y aunque todos me preguntaron qué era lo que me había pasado, parece que se conformaron con mi excusa de que había mucha gente para la barra (tuve la precaución de volver con las bebidas). Acabé de ver con ellos Kings of Leon como ya conté anteriormente, un momento difícil de olvidar, aunque más lo fue los que había vivido con aquella triste desconocida.

Y para que no penséis que yo era tan cabrón como el novio que la dejó en aquel festival, os diré que yo también dejé a mi novia, sabiendo que si había sido capaz de tratarla así, es que no la quería lo suficiente.